Monday, May 14, 2018

Leña al fuego



Desde Caín y Abel tenemos relatos de diferencias irreconciliables en la sociedad. En la actualidad colombiana, la llamada polarización divide las simpatías políticas con una virulencia casi tan extrema como la vivida en los 1950s entre conservadores y liberales.  En víspera de elecciones y con los grupos de WhatsApp desatados enviando mensajes en contra de candidatos presidenciales, muchas amistades se rompen y el mal humor impera.

El problema se entiende con una metáfora. Piense en un grupo de personas en un bote que necesita llegar a la orilla pero que encuentran, con sorpresa, que un tripulante está remando en sentido contrario. No solo no rema hacia la orilla sino que va para el lado contrario.

La actitud de este remero es de saboteo a las expectativas colectivas, y explican tanto la beligerancia del espectro político de la izquierda como la de la derecha. Veamos por qué.

La derecha cree que existe un avance gradual del bote económico y que se ha avanzado, a pulso, en lograr baja inflación, respetar la regla fiscal y la estabilidad tributaria para no ahuyentar la inversión extranjera.  También opinan que con los TLC y la solicitud de ingreso a la OECD se gana un poco en la disciplina que da la competencia y la rendición de cuentas internacional. 

La izquierda cree que el bote social va en un luchado piloto automático en el cual la constitución y las leyes arropa a los vulnerables y a las minorías. Con denodado activismo, los progresistas cada año empujan un poquito la frontera de los derechos civiles. Así consiguieron en un principio el voto femenino y la representación de indígenas y afrodescendientes, y más recientemente los derechos LGBTI o los derechos de las víctimas del conflicto armado. 

Los avances de la democracia, al menos en Estados al borde del fracaso, no son graduales sino que, por el contrario, consiste de revoluciones y contrarrevoluciones, lo que Isaac Asimov llamaba "crisis Seldon" en sus libros de la serie Fundación.  Con la polarización política que vivimos en la actualidad no se trata de un pulso entre bandos por tener la razón sino que refleja un miedo de la derecha a tener que soportar tres gobiernos consecutivos de izquierda (como en Bogotá) o cinco (como en Venezuela), y de la izquierda de tolerar cuatro gobiernos de derecha (dos de Uribe y dos de Santos) o (supuestamente) cien años más de gobiernos de derecha oligarca.  En ambos casos los miedos son infundados y se basan en sesgos cognitivos y de confirmación que no hemos aprendido a resolver.

No comments: