Wednesday, April 26, 2017

¿En qué equipo estás?

Publicado en El Universal el 22 de abril de 2016



Los medios están inundados de discusiones sobre la política colombiana, y cada semana el país entra en una nueva turbulencia: el domingo algún diario destapa un escándalo, el lunes y martes las redes sociales y emisoras se estremecen, y para cuando llega el viernes ya se nos pasó la indignación.

En esta arena política suelen conformarse equipos en los que se alinean las personas con formas de pensar similares. Usted va a un asado dominguero y si viola la regla de no hablar de fútbol o política, termina metiéndose en alguna discusión agitada con los del equipo contrario.

Con el tiempo, hasta la persona más indiferente siente que debe definirse en ciertos temas políticos: ¿seré enemigo de la paz si creo en x? ¿Seré castrochavista si creo en y? Para estas preguntas no hay respuestas correctas, del mismo modo que no existe una respuesta correcta en la decisión de ser hincha del Barcelona o del Real Madrid.

Hasta aquí la cosa ideológica no es tan compleja. Se vale actuar por instinto: no tiene uno que leer a Bastiat para ser del equipo de liberales o a Marx para ser del equipo socialista. Lo chévere de las democracias es que la pluralidad de opiniones es bienvenida. Enriquece el debate y es señal de civilización.

Pero con el tiempo, las reglas se vuelven más complicadas: el gobierno decide que no es sana la postura de ciertos equipos y los principales medios de comunicación le hacen eco al gobierno. Algunos gremios que otrora eran legítimos súbitamente se contaminan.

Uno a uno van desprestigiándose las opiniones de algunos grupos. Se percibe un ambiente de satanización y macartismo hacia gremios como los de las multinacionales, latifundistas, ganaderos, corporaciones, o constructoras. Con todos sus defectos y vicisitudes estos grupos no son un Ku Klux Clan. Tienen derecho a una vocería y a cultivar con inteligencia sus relaciones públicas.

Entonces la pluralidad es reemplazada por la necesidad de “unidad nacional”. La igualdad de derechos de expresión da paso a la superioridad moral. Los debates ya no se ganan con el mérito de los argumentos sino con el desprestigio del equipo rival.

A lo que estamos llegando, a mi juicio, es a que para participar de las deliberaciones hay que comenzar con cláusulas aclaratorias: “no soy del equipo x, pero tampoco estoy de acuerdo con la forma de actuar de tu equipo”.

Cuando la pluralidad política y la libertad de expresión comienzan a restringirse es señal de que nos distanciamos de una democracia y nos acercamos al totalitarismo. Es nuestro deber denunciar estas restricciones.

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