Wednesday, August 17, 2016

Transporte acuático

Publicado en El Universal el 14 de agosto de 2015



El mar cartagenero tradicionalmente lo experimentamos de varias formas: lo contemplamos, nos metemos en él, practicamos deportes náuticos, vemos entrar y salir los cruceros. A veces le damos mal uso y en algunas zonas lo contaminamos y rellenamos. Pero, muy pocas veces nos transportamos por el agua. Eso puede estar cambiando.

Cuando la ciudad encontró su vocación como puerto de carga a mediados de los noventa se vivió un ambiente similar de cambio. Pasamos de la ineficiencia de Colpuertos a la moderna Sociedad Portuaria. El impacto de este cambio sobre la economía de Cartagena ha sido enorme.

Pero ser puerto de carga es muy distinto a ser puerto de pasajeros. ¿Dónde estamos en cuanto al transporte público acuático de pasajeros? Hay un flujo de lanchas irregulares moviendo entre 1.500 y 4.500 pasajeros por día, que se caracteriza por la desorganización, la carencia de estándares de seguridad, la pobre información de tarifas y horarios y el deficiente servicio al cliente.

El transporte acuático es entonces de tamaño insignificante (el potencial de pasajeros es de al menos 34 mil/día) y necesita una reorganización para funcionar a mayor escala. Implementarlo traerá retos técnicos, legales e institucionales.

Entre los retos técnicos está la sedimentación de caños y la construcción de muelles. Por otro lado, un ejemplo de reto legal será enfrentarse a los rellenos ilegales a las orillas de los cuerpos de agua. Sin embargo, el reto institucional y de gestión administrativa ha de convertirse en el principal obstáculo para que arranque el transporte acuático en la ciudad.

La primera razón de esta preocupación por lo institucional es que se carece de experiencia en implementar un sistema de transporte acuático. No podemos copiar un modelo cercano porque ninguna otra urbe colombiana tiene transporte acuático ejemplar. Tampoco podemos ver lo acuático como un simple apéndice a Transcaribe porque requiere su propia regulación.

La segunda, es mejor preocuparse temprano en dejar “bien montado” el modelo del transporte acuático. Hacerlo tarde sería como intentar enderezar un árbol torcido.

Aunque bien intencionada, la visita de una ex alcaldesa a Venecia para comprar algunos barcos usados no es lo que más se necesita para dotar de espina dorsal al transporte acuático. En cambio, son más adecuadas las iniciativas como la del senador local que busca crear leyes que organicen el funcionamiento de este medio de transporte.

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